La formación
en los tiempos del confinamiento
La poesía es
creación de un sujeto
que asume un
nuevo orden de relación simbólica con el mundo (Lacan)
La irrupción inesperada de la
pandemia del Coronavirus, esta intromisión real, masiva que cambió las coordenadas
del mundo entero provocaron una desestabilización en el ordenamiento de las
formas de vivir, de vincularse, de trabajar, de formarse…
A partir de la pérdida y los procesos
de duelo puestos a elaborarla, se impone el deseo de producir nuevos ordenes
simbólicos, una reconstrucción.
Como psicoanalistas, reconocemos el
poder creativo de las palabras, la posibilidad de armar y rearmar mundos en el
mundo. Según Lacan “El mundo es in-mundo…
cada uno se construye su mundo”, búsquedas y encuentros de nuevos sentidos.
La formación en psicoanálisis ha
requerido la puesta en juego de nuevas modalidades de delimitación de tiempos y
espacios para la escucha, para la incorporación de modelos teóricos diversos,
aprehendiendo lecturas, rememorando y actualizando saberes, utilizando nuevas
tecnologías, la virtualidad para reasegurar los lazos y la conexión con otros
para pensar en conjunto, invistiendo libidinalmente los encuentros.
Garantizando el trípode analítico,
nos encontramos inmersos en las profundidades de las distintas líneas teóricas,
dando cuenta del universo complejo, heterogéneo, relativo, diverso y plural del
psicoanálisis. Acompañados en el sostén de nuestra práctica clínica con sus
vicisitudes singulares y lo disruptivo del acontecer actual que también
requiere de un movimiento y apuesta psíquica importante. Y el propio análisis
sostenido desde la virtualidad, el corrimiento de los cuerpos y la
intensificación de la escucha en un diván internalizado e “imaginarizado”.
El deseo y el intento de seguir pensando
juntos, entramando y transformando lo incierto, lo enigmático y la angustia en
conocimiento, serán motor de la continuidad.
Como contrapartida del confinamiento,
entiendo al psicoanálisis como un absoluto permiso para la circulación:
apertura de avenidas disponibles entre el adentro y el afuera, habilitando el
ingreso y alojamiento de lo diferente, de lo múltiple, de lo diverso.
Los grandes cambios siempre vienen
acompañados de una fuerte sacudida.
Los desarrollos y la creatividad de
Freud estuvieron atravesados por dos guerras mundiales, incluyendo el peor
holocausto de la historia de la humanidad. Salvando la enorme distancia social,
política e histórica, podemos aventurarnos a hipotetizar que el desorden podría
resultar en la emergencia, en su doble acepción: una situación imprevista que
se debe solucionar y también como acción de emerger (algo nuevo) y potenciar la
creación de redes, puentes, escaleras, balsas… para sortear el abismo y el
vértigo del real que asoma.
El psicoanálisis fue, es y
será redes, puentes, escaleras, balsas… para quien lo pueda aprehender.
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