jueves, 19 de noviembre de 2020

Arrogancia y Estupidez en los tiempos de la Pandemia por Dra. Hilda Catz PhD

 “Nos gusta pensar que nuestras ideas son una propiedad personal,

pero a menos que hagamos nuestro aporte en beneficio del resto del grupo,

no es posible movilizar la sabiduría colectiva que podría impulsar

 el progreso y el desarrollo”

Bion(1975)(p.112).

 

 

Introducción

Me propongo en este trabajo intentar hallar en algunos de los  aportes de Bion,  quien posee la experiencia de haber participado  tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, elementos que nos ofrezcan la oportunidad de transformar en pensamientos la crisis civilizatoria darwiniana del siglo XXI que estamos atravesando.


Nos hallamos ante la peste de la abundancia de informaciones  y la literalidad de los acontecimientos que alimentan una curiosidad voraz al servicio de  la arrogancia y la estupidez, que consideraré desde la perspectiva de la conceptualización de Bion (1957-59), en el sentido de que  no promueven el conocimiento sino, al contrario, su negación y desmentida.


Pudimos observar este fenómeno en todos los ámbitos, del político al científico, en los comienzos de esta Pandemia, donde algunos se atribuyeron la arrogancia de las certezas sobre algo desconocido, la omnipotencia y su inevitable consecuencia en la estupidez de las declaraciones y discursos que escuchamos.  En efecto, aparecen en referencias dispersas y alejadas unas de otras, en el discurso, y evidencian la prevalencia de aspectos psicóticos de la personalidad velados que evidencian un desastre psicológico.


Como dice Gluksmann (1981) “Si la estupidez no se diera aires de inteligencia, no engañaría a nadie, y la vanidad de sus comedias quedaría sin consecuencias” Pero tuvo trágicas consecuencias.

 

Desarrollo


Estamos ante una catástrofe, palabra que deriva del griego katastrophe de dimensiones insospechadas y, podría decirse, sin precedentes, que permitan contener la fuerza devastadora de sus consecuencias.


Bion (1970) trabajó mucho estos conceptos, y decía que cuando un hecho nuevo se acerca a la mente de un individuo, un grupo, un pueblo o de un estado se aproxima una Catástrofe o un  Cambio Catastrófico, que podría llegar a ser un cambio en el sentido de la evolución si ese hecho puede ser albergado para que evolucione como crecimiento mental.


En épocas de la Peste como la que estamos viviendo, la posibilidad de transformar la Catástrofe en un Cambio catastrófico habilita la perspectiva de la esperanza, como decía Pichon Riviere (1971) “en tiempos de incertidumbre y desesperanza es imprescindible gestar proyectos colectivos desde donde planificar la esperanza junto a otros”. Es necesario resistir y soportar la turbulencia, la violencia física y psíquica que implica la subversión de los valores de lo ya conocido que arrastra esta especie de Tsunami viral, y no desmentir ni desconocer sus trágicas consecuencias. Bion (1994) nos decía que hay dos cosas de las que un analista no puede  olvidarse: “la sociedad en que vive y lo obvio o sea  el sentido común” (p. 42).


Esta apocalíptica pandemia de coronavirus nos ubica frente a nuestra vulnerabilidad,  el miedo, las pulsiones más primitivas que impone el aislamiento, y el darwinismo de elegir a los que van a vivir en esta crisis sanitaria del siglo XXI. Nos vemos obligados a atravesar el duelo por lo que ya no podrá ser igual, y por el hecho de que mucho de lo que antes valía ahora puede no servir y volverse en contra.


Por ejemplo, el otro empieza a ser alguien de quien hay que resguardarse, un desconocido temido del que hay que aislarse, donde incluso los que se consideran amigos pueden transformarse en enemigos, y lo familiar en siniestro por el peligro del contagio. Se movilizan de esta manera angustias profundas que irrumpen en el mundo interno  potenciadas por el mundo externo que se ha vuelto atemorizante.


Tratar de atravesar el corte que provoca esta Pandemia con todo lo conocido, lo valorado, lo amado y vivenciado como propio de lo humano, nos demanda el coraje de poder ir aceptando nuestra fragilidad y vulnerabilidad humana, armando continentes como modelos conjeturales, absolutamente descartables.

De esa forma, se trata de sostener la invariancia que hay en toda posibilidad de Cambio en el sentido de la evolución, del crecimiento mental que desde esta perspectiva  se apoyaría en la invariancia de la mirada psicoanalítica, como un continente para pensar lo impensable pese a la incertidumbre de  lo que estamos viviendo.


Bion (1970) advierte que cuando no se puede atravesar ese puente a lo desconocido en pos de un cambio catastrófico, o sea en el sentido de la evolución,  que implica una elaboración de duelos por lo que fue y lo que pudo haber sido y no fue,  es cuando el futuro en vez de estar lleno de deseos, está lleno de recuerdos y es el pasado el que esta poblado de deseos. Se produce entonces lo que llama la fusión nostálgica, que no permite que el futuro esté lleno de deseos, sino que está congelado en los deseos de un pasado que por supuesto nunca podrán realizarse por lo que el futuro quedaría  lleno de recuerdos y el pasado lleno de deseos que paralizarían  la evolución mental.


La propuesta podría ser dejar de lado las preconcepciones y prejuicios del pasado que empañan la mirada hacia lo “por-venir” del porvenir sin desconocer su profunda gravedad e imprevisibles consecuencias. Tolerar la incertidumbre, la falta de certezas,   y la duda como formas de preservar la salud mental, aun y con más urgencia en el medio de la tormenta, que nos enfrenta con lo impredecible de nuestra fragilidad psíquica, social y política.


Algunas Conclusiones


Este trabajo trata de hacer  una reflexión vinculada al riesgo que implica la exacerbación de las posicionamientos fanáticos, omnipotentes, arrogantes y la necesidad de promover la posibilidad de generar afectos e intimidad mediante los vínculos y los lazos humanos que los acompañan. Sabemos que  la presencia del otro, del semejante es fundamental en el proceso de constitución subjetiva, así como también  en las situaciones de crisis y catástrofes que tanto intimidan y donde aparecen con toda su fuerza las necesidades de apego y protección, buscando tramas que alberguen  lo público y lo íntimo.


Nos hallamos ante la necesidad de crear teorizaciones y prácticas ligadas a lo que la subjetividad y la sociedad presenten, de delinear modelos conjeturales y descartables, para teorizar y transformar estas nuevas formas de vincularse. Poder hacer un pasaje del exilio obligado de dejar de encontrar-nos hacia el éxodo elegido de nuestras propias búsquedas internas para descubrir nuevas formas de seguir habitando nuestros territorios vinculantes donde la incertidumbre es una de las formas de lo posible.


Se subraya con mayor evidencia que la existencia del psicoanálisis dependerá de su capacidad de transformación en un mundo que cambia y también cómo y en qué dirección nos cambia, donde las resistencias desde el interior mismo del psicoanálisis pueden impedir el surgimiento de lo nuevo, aislándolo de otras disciplinas o de la sociedad.


Puede decirse que estamos ante una crisis en los modos de ser de los psicoanalistas, donde todo o casi todo cambia o puede llegar a cambiar; pero no con una crisis del psicoanálisis en sí mismo, sosteniendo la mirada psicoanalítica  en una urdimbre entretejida de esfuerzos que vinculan.


Tratando  de que no se aplane la curva de la subjetividad ya que  todos pasamos fácilmente a ser huéspedes de un virus incontrolable, un número que anula  la singularidad, el caso por caso motor de la dinámica psicoanalítica,  donde hasta la muerte se deshumaniza pasando a ser una  muerte anónima.


Nos encontramos  como dice Recalcatti (2020) con un imaginario que  fue colonizado por lo real, y la angustia por la pérdida no es como en la  depresión clásica, sino que invierte el futuro donde el objeto perdido es el mundo tal como lo conocíamos hasta ahora. Considero que se subraya de esta manera el peligro de la arrogancia que niega la existencia del virus, donde la supuesta celebración de la  vida, paradójicamente, se presenta como una de las  formas  de la afirmación de la pulsión de muerte, desmintiendo  la castración y  la inevitable presencia y convivencia con el virus por tiempo indeterminado y su probable recidiva. 


A lo que se agrega el riesgo de que permanezcan indelebles los duelos, pérdidas y  ansiedades padecidos pero no sentidos en toda su dimensión, que podrían tener desenlaces imprevisibles para la salud física y mental actual y futura tanto de los pacientes como de los analistas.


La propuesta sería poder superar  nostalgias y añoranzas del pasado y del presente que impiden que lo obvio de la pandemia  nos implique en una ineludible relación de dolor. Tratar de ir  modificando la angustia en lugar de evitarla mediante la estupidez y la desmentida de este pasaje acelerado desde una condición de omnipotencia en la ciencia, la política, la economía, a la impotencia y a un estado de perplejidad difícil de sobrellevar que podría deslizarse fácilmente  hacia la creación de dogmas o ideas fanáticas que conducen por  una senda irreversible.


No hay que olvidar tampoco que ante una amenaza frente a la cual no hay fuga posible, puede exacerbarse el predominio de los aspectos psicóticos de la personalidad –  sea de un grupo, de una sociedad, etc. – que se detectan bajo la forma de elementos dispersos en un discurso  referido a la arrogancia y la estupidez, donde la arrogancia se erige omnipotente en el lugar de la carencia.


Cuando a Hanna Segal (1987)  se le pidió su opinión acerca de lo que el futuro depararía para el psicoanálisis, mantenía la idea de que era fundamental continuar prestándole atención al poder de la parte psicótica de la personalidad, tanto en el paciente, como en la mente del analista y en el mundo socio-político. Decía que “Los psicoanalistas hemos de ser neutrales en nuestro trabajo en el consultorio, pero no neutralizados por las situaciones sociales”. Apelaba, así, a la responsabilidad y al compromiso público que tenemos como profesionales y ciudadanos,  en su valioso artículo de 1987 “El silencio es el auténtico crimen”.


Y en este sentido de la interrelación entre el psicoanálisis y el mundo socio-político,  quisiera relatarles un hecho paradójico que considero que posee una fuerte potencialidad simbólica. Se trata de una frase de Segal, H. (1991) que fue utilizada en un ámbito totalmente inesperado y sin que la propia autora tuviera conocimiento de ello, cuando se lanzó una convocatoria para presentar proyectos para construir un mural después del ataque terrorista en Nueva York el 11 de septiembre de 2001 pensado para simbolizar la continuidad de la vida después de la destrucción.

 

 “Es cuando nuestro mundo interior está destruido,

muerto y carente de amor

y cuando nuestros seres queridos se vuelven fragmentos

y estamos inmersos en una indefensa desesperación,

que debemos crear nuestro mundo otra vez,

juntando nuevamente las piezas

infundiendo vitalidad a los fragmentos muertos

para recrear la vida”

 

 Bibliografía


Bion, W. F. (1957-59) “Volviendo a pensar”. 4ª ed. Buenos Aires, Hormé, 1977.

 --------(1966) Aprendiendo de la experiencia. Buenos Aires,  Paidós, 1974

 --------(1970) Cambio catastrófico. Revista de Psicoanalisis,Vol.38,Nº4, 1981

---------(1977) La Tabla y la Cesura, Gedisa, Bs Aires.

---------(1994) Cogitaciones,  PROMOLIBRO. Valencia, 1994.

Catz, H. (2020). Environmental crisis and pandemic. a challenge for psychoanalysis. Frenis Zero Press.

Catz, H y colaboradores  (2020)Las redes de los humano, lo humano de las redes” Trabajando en cuarentena y en la Post-Cuarentena” Vergara editorial, Bs.Aires

Catz, H y colaboradores (2020). Trabajando en cuarentena y en la post-cuarentena en épocas de la Pandemia. Transformaciones e invariancias, Vergara editorial, Bs. Aires

Catz, H y colaboradores (2020). Psicoanálisis de Niños y Adolescentes, trabajando en cuarentena en tiempos  de la Pandemia,  Vergara editorial, Bs. Aires.

Catz, H.(2019). Tatuajes como marcas simbolizantes, la relevancia clínica de los tatuaje para el procesos Psicoanalitico”, Vergara Editorial, Buenos Aires.

Gluksmann, A. (1981) Cinismo y Pasión, Gallimard, Paris.

Pichon-  Riviere E. ( 1971 ) - Del psicoanálisis a la psicologia social . Buenos Aires , Galerna ; 1971,342

Recalcatti, M. (2020) Simposio de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Buenos Aires.

Santamaria, J.(2020) “Momentos y Cesuras en la experiencia del Covid 19” en Catz, H. y colaboradores (2020): Las Redes de lo humano y lo humano de las Redes, p.253

Segal, H. (1991) 'A psychoanalytical approach to aesthetic' ['Enfoque psicoanalítico de la estética'].

Segal, H. (1987), “Silence is the real crime”, International Journal of  Psychoanalysis, núm. 14, pp. 3-12.

 Dream, Phantasy and Art [Sueño, Fantasma y Arte] (1991), Psychoanalysis, Literature and War [El psicoanálisis, la literatura y la guerra] (1997), y Yesterday, Today and Tomorrow [Ayer, hoy y mañana] (2007).

 

   Dra. Hilda Cats PhD

 

  Psicoanalista – APA

  Miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina

 Coordinadora  del Departamento de Niños y Adolescentes de la Asociación Psicoanalítica  Argentina "Arminda Aberastury"

 

 

 

 

 

 


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