lunes, 1 de noviembre de 2021

Mujeres y Pandemia de María Laura Dargenton y Pablo Silvetti

 

La pandemia, causada por el Covid-Sars 19, como acontecimiento que nos atraviesa a todas y todos, a todxs, nos ha puesto de frente a las tres fuentes de malestar en simultáneo, aquellos 3 orígenes que en 1930 mencionaba Freud: el cuerpo, la relación con los otros y el mundo que nos rodea.


En las entrevistas realizadas por Cowap Argentina* con motivo del Día Internacional de la Mujer, Mariana Iglesias (periodista), Diana Galimberti (médica) y Nicole Becker (activista ambiental) ,representan y mencionan, describiendo con clarísima elocuencia la realidad actual de cada uno de esos territorios.

La naturaleza, parece desbordada, fuera de cauce: nos enfrentó a un virus, que en apariencia, no existía en nuestra especie. Algunas hipótesis sugieren que fue la manipulación del hombre sobre los recursos naturales un factor posible en generar la enfermedad que hoy ataca a toda la especie humana en el planeta. Lo cierto es que hay más interrogantes que certezas.

La humanidad pierde seguridad y protección, y el primer modo de cuidado en la pandemia es el aislamiento, que llevó al encierro y el distanciamiento de los cuerpos, limitando la circulación y el intercambio hacia el exterior, que además, se volvió peligroso. 

La concretud del “tapabocas” y  los dos metros de distancia convocan a reflexionar sobre lo paradojal en las relaciones con los otros: El cuidado y la salud de nuestro cuerpo, pasan a depender del cuidado que nuestro semejante tenga del suyo. 

La pandemia nos trajo preguntas... “Género y Pandemia”…
Ambos términos aluden a lo colectivo y general, y sin embargo están aquí, en un congreso de Psicoanálisis, que trata especial y justamente sobre aquello que se constituye como lo más singular de cada quien…
¿Género?¿Qué pandemia?¿la “otra” pandemia?...
¿Qué genera el género? ¿Qué genera la pandemia en los llamados géneros?
¿Género “y” Pandemia? ¿Hay un diálogo posible allí?...
¿Qué fronteras se cruzan al instalar el diálogo entre ambos términos y el Psicoanálisis? 

Al iniciarse la pandemia se propuso desde nuestra Asociación Psicoanalítica de Córdoba un dispositivo de consulta denominado “APC Disponible”, gestado en coordinación con APA y la Universidad Nacional de Córdoba. En aquel momento no imaginábamos que muchas de las consultas tendrían como trasfondo el diálogo entre género y pandemia….

Nos confrontó con límites, transgresiones y transformaciones en nuestra escucha.

Un analista que participó del dispositivo relata:

“…Se comunicó una joven de otra provincia, con 22 años y una niña pequeña, tiene fobia a salir a la calle no solo por el COVID 19, sino por el riesgo de encontrarse con su pareja que la amenaza. Pero también le da pánico volver a la casa de su madre, con quien vivía y quien solía cuidar de su hija, porque esa mujer convive también con un hombre violento…” 

Cuerpo en riesgo, por momentos violentado, un afuera peligroso que acecha, por momentos el peligro está más adentro que afuera, se desdibuja esa frontera.
En definitiva: “Casa Tomada” ,como el título del cuento de Cortázar.

Sabemos que en la convivencia constante y permanente suelen perderse espacios de genuina intimidad y se desdibuja la riqueza de un espacio exogámico.
Esto se acrecienta si sumamos factores que hacen a la cultura, la economía, la religión, es decir aquello que forma la realidad sociopolítica de cada una y cada uno.

¿Qué aporta el Psicoanálisis y nosotros, los analistas, para hacer del cuerpo, la casa y el mundo que habitamos lugares más seguros, menos violentos?

¿Con qué herramientas y conceptos contamos?

¿Estamos a salvo los psicoanalistas del riesgo de repetir discursos que insisten con posicionar a diversos sujetos por fuera, abyectos del sistema social y político?

Los femicidios son la expresión más atroz y extrema del Patriarcado, pero no es su única producción. Hoy no hay duda que nuestra cultura es patriarcal, heteronormativa y colonialista.
Allí nacimos, crecimos y vivimos también los psicoanalistas. Incluso aquellos que intentamos poner a jugar la idea de deconstrucción de algunos conceptos y normativas, recreando y poniendo en tensión ciertas posiciones... 

En tal sentido, es necesario repensar e interrogarnos, incluso desde la vulnerabilidad y dependencia de otros y otras, qué significa comprometernos, implicarnos como psicoanalistas reconociendo esta realidad actual y compleja que, especialmente. toca y atraviesa a muchas mujeres, niñas y adolescentes.
Respecto de nuestra posición ética citamos a Levinás que dice  “(...) la responsabilidad no empieza en mi subjetividad sino en la presencia del otro que me cuestiona y me devuelve la conciencia de mi ser (...)”

La idea de interrogar e interrogarnos, replantear y replantearnos, lleva implícita una apuesta: ¿Cuál?... ¿Cómo incluir en la currícula a lo largo de la formación de los psicoanalistas, un psicoanálisis con perspectiva de género? ¿Será posible? Creemos que es necesario.
Lejos de una ambición de colectivizar y masificar el tesoro central de la singularidad Inconsciente a dónde sólo llega la potencia psicoanalítica y su ética, significa mas bien animarse a  poner en tensión nuestros conceptos y aspectos teóricos que puedan estar imbricados en concepciones e ideologías de necesaria revisión, prestando especial atención a los acontecimientos que emanan de las vivencias de muchas mujeres que “llegan y no llegan a nuestros consultorios”… pero cuyas voces se hacen sentir hace tiempo, a veces incluso en su silencio, en todas las sociedades actuales, pero también y especialmente, en la nuestra. 

El género es una categoría ineludible.
Los Estudios de Género trabajan la construcción “social” de la subjetividad, la problematización de las llamadas relaciones de género en las que se incluyen las relaciones de poder que definen lugares sociales-económicos y políticos de hombres y mujeres, no sólo diferentes sino discriminatorios en detrimento de las mujeres, y estas construcciones se van entramando en la red subjetiva de cada quien. 

El Psicoanálisis, por su parte, tiene la enorme capacidad para considerar la subjetividad en su complejidad y riqueza, posibilitando el despliegue de los rincones más oscuros del alma humana. 

¿Por qué no cruzar los bordes y visitar territorios cuyas fronteras están cada vez más cerca de nosotras y nosotros, y que podrían enriquecernos en la manera de escuchar e intervenir como psicoanalistas?

La ética del psicoanálisis es la de la singularidad, del caso a caso, del “una a una”… Dicha cautela y prudencia no quita la mirada respetuosa y atenta de quien pide ayuda como puede.
Seguramente coincidimos en la importancia de las reglas fundamentales de la clínica psicoanalítica. Ahora bien… ABSTINENCIA NO ES INDIFERENCIA.
…¿podremos escuchar lo que decimos cuando hablamos, cuando pensamos a la mujer, al hombre, a lo femenino, a lo masculino, y sus significados? ¿Será ese nuestro desafío…? 

La situación actual nos invita a generar performativamente conceptos que puedan abarcar estas nuevas realidades que, más que nuevas, quizás hoy estén más visibles por expresiones que al modo de gritos, sí se escuchan...


Por qué grita esa mujer...  (Susana Thénon)


¿Por qué grita esa mujer?

¿por qué grita?

¿por qué grita esa mujer?

andá a saber 

  

“esa” mujer ¿por qué grita?

andá a saber

mirá qué flores bonitas

¿por qué grita?

jacintos margaritas

¿por qué?

¿por qué qué?

¿por qué grita esa mujer?

  

¿y esa mujer?

¿y esa mujer?

vaya a saber

estará loca esa mujer

mirá mirá los espejitos

¿será por su corcel?

andá a saber

 

¿y dónde oíste

la palabra corcel?

es un secreto esa mujer

¿por qué grita?

mirá las margaritas

la mujer

espejitos

pajaritas

que no cantan

¿por qué grita?

que no vuelan

¿por qué grita?

que no estorban

la mujer

y esa mujer

¿y estaba loca mujer?

 

Ya no grita

 

(¿te acordás de esa mujer?)

 

Susana Thénon (Buenos Aires, 1937-1990), La morada imposible. Corregidor. Buenos Aires. 2001. 


Susana Thénon fue poeta y fotógrafa argentina, nacida en 1935, cuya obra es compilada en tomos denominados “La Morada Imposible”, a través de los cuales deja traslucir la insuficiencia del lenguaje
para representar la existencia misma, de ahí un sentimiento de soledad, de un yo que no alcanza y se desordena en su afán de representar la figura del hablante, que se diluye inevitablemente.



María Laura Dargenton y Pablo Silvetti - Psicoanalistas en formación de APC


El devenir del movimiento psicoanalítico y su transmisión de Carla Tomllenovich

 

“Me parece que si la transmisión no cumple esta tarea de brindar elementos para que uno haga ciertos recorridos, aporte desde otros lugares y pueda pensar, entonces no hay transmisión, hay pedagogía. Y la pedagogía es una macana porque lo que hace es obturar el pensamiento”. Diana Sperling

 

Hoy nos encontramos con la necesidad de re-pensar los modelos de transmisión, tanto en la formación como en nuestra praxis, la cual se vio obligada a un armado diferente con cierta inmediatez para no desaparecer en el encierro de un aislamiento forzado. 

Fuimos arrojados a un pensar-otro y con otros frente a un escenario inédito,  habilitando la posibilidad de transformación o quedar en el intento de sostener lo establecido como una estructura dogmática, encasillada a la estrechez de la sola presencialidad, como única garantía de transmisión y solidez.

No hay cambios sin resistencias, no hay cambios si no nos permitimos encontrarnos en otros  contextos más allá del conocido, si no nos permitimos el encuentro con el “no saber”.

Cómo analistas en formación y nativos-residentes de un modelo puramente mediado por lo tecnológico ¿Estaríamos siendo testigos y protagonistas de la implementación de un modelo bisagra, un “entre” lo que había y lo que inevitablemente se tuvo que crear  para sostener la transmisión del psicoanálisis?

El 2020 quizás fue el inicio de transitar la formación con un modelo migrante, un modelo en tensión, dejándose atravesar por estas experiencias.¿Podríamos considerar esta transmisión  como suceso móvil y flexible que nos convierte en herederos mutantes en nuestro hacer con capacidad de reformular y relanzar un modelo que goce de lo mestizo?

¿El psicoanálisis estaría mutando siguiendo las huellas de las sociedades y las culturas  a  un nuevo paradigma que pone en jaque lo dado sin que esto implique una desaparición de aquello que forman los pilares necesarios de una formación y una praxis psicoanalítica?

¿De que manera se sostuvo el modelo psicoanalítico y su trasmisión? Los espacios virtuales fueron un modo casi único  de “estar” con otros, un modo de trasmisión posible del psicoanálisis y de entramado social que nos daba pertenencia y sostén con otros, sin certezas. El análisis personal, los seminarios  y la supervisión se mantuvieron a pesar de ciertas variancias, como esto que va “siendo”, propio de un acontecer donde la complejidad y yuxtaposición, se hermanan, y que será necesario subjetivar.

La virtualidad como posible encuentro parece aludir a un espacio no real, es un lugar-otro, diferente al fáctico,  que será ineludible poder re-significar. A este campo que hoy llamamos virtual, en otros momentos no le faltaron disidentes y unos pocos adeptos por ser pensado como una práctica no reconocida por el psicoanálisis. ¿Actualmente, estaremos asistiendo a un fenómeno en estado de desarrollo, legitimando el uso de la tecnología como  otro medio de encuentro que difiere del uso del diván o del cara a cara?

Podríamos pensar en los modelos como un anclaje con ciertas invariancias y variancias, otorgando consentimiento a los atravesamientos epocales, considerando al movimiento como invocante del pluralismo, no solo como concepto sino como representante de un salir al encuentro con lo extranjero. Encuentro con aquello que nos conmueve y conmueve nuestra práctica y que por momentos nos abruma de tanto exceso que es necesario acotar para no quedar atrapados en un hacer anodino y de pura fluctuación.

Y es aquí donde podríamos pensar el trabajo “con” y “en” la comunidad. Escuchar otras voces, tonadas  y lenguajes que nos sacan de nuestra propia casa, para arrojarnos a una especie de exogamia familiar - de aquello conocido, de ciertas perpetuaciones que nos ahorran temores e incertidumbres. Voces que atraviesan nuestros seminarios actuales y praxis, no solo en el abordaje comunitario, sino en la extensión territorial que nos permitió la incorporación de la tecnología.

¿Cómo tolerar lo distinto, lo incierto, aquello que se nos presenta como puro acontecer, que “nos agujerea las certezas” citando a un psicoanalista de la casa Mariano Horenstein.

¿Cómo legitimar la labor tan ardua que realizan los psicoanalistas al implicarse en los acontecimientos sociales e institucionales, perteneciendo a su vez, a esta trama?

 Para seguir citando a mis colegas de la casa, tomo como referencia al grupo que trabajo durante la pandemia bajo el lema “APC disponible”. ¿Cómo rescatar este lugar del psicoanalista inmerso en la comunidad y en las instituciones? Pareciera un lugar de frontera y por momentos de trinchera. Esta labor no puede ser pensada sin el sostenimiento de los lazos inter-institucionales que permiten dar respuesta a un entramado social que está en riesgo de perder su trama, de soltarse y de quedar sin las ataduras necesarias frente al desamparo.

¿Será el trabajo comunitario  y en instituciones una nueva dimensión que hay que instituir y legitimar en tanto praxis psicoanalítica ? Lo que quizás no podemos hacer, es decir que no es psicoanalítico, como nuestras prácticas actuales mediadas por la tecnología y la virtualidad. ¿Es nuestra “escucha” un instrumento de trabajo nómade al que podemos apelar en medio de la diversidad contextual?

 La dimensión comunitaria, no es acaso una acción humanitaria-hospitalaria en el decir de J. Derrida. El encuentro con el sufrimiento del semejante, no es ahí donde el psicoanálisis se reconoce en su “hacer”. Quizás hay muchas preguntas que requieren ser pensadas para encuadrar nuestras prácticas y no sentirnos que el abordaje comunitario e institucional nos convierte en “los parias” del psicoanálisis. Necesitamos  esa brújula que nos oriente en la regulación de la praxis, permitiéndonos establecer alcances y límites en este “hacer”, que no es un hacer improvisado, sino un montaje que va al encuentro con lo extranjero “lo otro”.

Carla Tomllenovich - Psicoanalista en formación de APC

Un psicoanalista...¿nace o se hace? por Mariela Errasti, Carina Gioacchini, Sofía Marioli, Elizabeth Hilal y Mariano Beas

Suponemos que un psicoanalista nace… ¡¡Con una neurosis!! No es suficiente, porque podría rechazarla y transformarla en parte de su carácter, sino una ¡buena! neurosis que desemboque, en el borde de su extravío a realizar una demanda, no sólo eso…sino a reconocer su implicancia en lo que le pasa…. después se hará; movido por la pulsión, alimentando por el anhelo de saber, mucho estudio y el deseo (enorme) de ser psicoanalista para sostener el análisis personal, el estudio, el compartir ¿mostrar? su práctica en las supervisiones, reconociendo que estas tareas no son becadas, sino realizadas en nuestras propias instituciones, que se sostienen con nuestros propios aportes. Tal es así que uno de nosotros expresa: “entrar a una sociedad de psicoanálisis es como contraer matrimonio…”

Por si esto fuera poco, esta particularidad, de nuestras asociaciones, que Ellenberger (1976, historiador del Psicoanálisis) dice: “La novedad más llamativa de Freud, fue la fundación de una escuela, según un patrón que no tenía paralelo en los tiempos modernos, pero que es una reviviscencia de las viejas escuelas filosóficas de la antigüedad grecorromana. Casi desde el principio Freud hizo del Psicoanálisis un movimiento, con su propia organización y casa editorial, sus reglas estrictas para los miembros y su doctrina oficial.” [1]

Para participar en aquellas antiguas academias, la pitagórica o estoica, implicaba poner la personalidad en juego con ritos de iniciación, formación, y ejercitaciones diferentes según la escuela. También esto sucede en nuestras escuelas, para desarrollar la función de psicoanalista, debemos poner en juego nuestra personalidad al modo de iniciación con el psicoanálisis didáctico.

Particulares escuelas donde uno se analiza, estudia, supervisa, crea teoría, en un movimiento intenso siempre con el juego de identificaciones y avatares transferenciales, no es menor este interjuego, ya que desde su temprana conformación terminaron en verdaderas efracciones:   Jung y Adler serán disidentes al pensamiento freudiano, se separarán   de IPA y fundarán sus propias escuelas, Klein- Anna Freud sostendrá luchas intestinas. Lacan quedará afuera por largos años, con estos datos, ¿Podemos suponer que la efracción es parte de la herencia y siempre una posibilidad?

Seguramente la respuesta podemos encontrarla en los principios de la transferencia.

TRANSFERENCIA EN LA FORMACIÓN.

Lacan toma al banquete de Platón, para teorizar sobre el significante transferencia. Podríamos definir al banquete como un dispositivo grupal, entendiendo al mismo con aquello que se disponía cuando no había un Psicoanálisis. Allí, menciona Lacan, está en juego el lazo social. Y es la transferencia un lazo de amor, ya lo decía Freud, un lazo articulador, pero también dijo que la transferencia podía ser la mayor resistencia. Es que ninguno deja pasar esa particularidad de que amor -odio no constituyen una polaridad, sino un tejido fluctuante entre ambos. Freud lo planteará como una lucha pulsional Eros- Tánatos.

 

Transferencia como lazo articulador - Vertiente amorosa -

Todos están invitados, a formar parte, cada uno lo hará desde su singularidad, y desde su transferencia al mismo. Allí está en juego la palabra y el trabajo. Tomamos la expresión de Lacan, “transferencia de trabajo”, para explicitar lo que entendemos como el trabajo entre pares. En una asociación, asociarse con-entre- otros, fomenta esa transferencia de trabajo, a la vez que la enriquece en parte por el intercambio simbólico que se realiza. Es lo que hacemos en este momento, hablar entre pares, acerca de lo que consideramos un Psicoanálisis, o por qué no, ¿Cómo llegamos a serlo?

Transferencia como lazo efraccionador  - Vertiente odio -

Hablar del amor, también es, hablar de las pasiones: rivalidades, envidias, celos, competencias. Es que, endogamia y transferencia, la identificación a cátedras y autores, son motores para la placentera tarea de estudiar, construir teoría, compartir experiencias, psicoanalizar, pero también la amenazan continuamente

Estos aspectos también operan, las pulsiones de muerte se caracterizan por interrumpir procesos, separar, anular, incluso atacar el deseo. ¿Será que estamos bordeando siempre en los oficios imposibles?[2]

 

Pandemia. De ausencias y presencias.

También en el devenir-se psicoanalista el contexto histórico incide en los procesos de producción/construcción. Surge el interrogante ¿Cómo formarse en Pandemia?

La pandemia ataca el lazo social, nos priva del encuentro, de crear junto con, del café, del estudiar con, las conversaciones de pasillos, las informaciones, nos priva de la presencia física nuestra y de los pacientes, ¿Priva de algunos actos? La pandemia pone a prueba las capacidades de resistencia: movidos por el deseo y la pulsión del conocimiento aquí estamos, y en nuestras propias asociaciones mantenemos seminarios, cursos, supervisiones grupales, con el recurso mínimo e indispensable: la escucha y el deseo de ser psicoanalistas.

 

Reformulando, ¿Cómo se hace o nace un Psicoanalista? nos conduce a replantearnos lo siguiente: 

En primer lugar, consideramos que un psicoanalista no nace, se hace… movido por el deseo de saber, empujado siempre por las pulsiones, e interpelado por una clínica singular que siempre nos desafía.

No es tarea fácil realizar la formación. Nos gusta pensarlo en una metáfora que exclama Heidegger (1951): “No habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida en que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan.”

El significante Habitar, ligado a construir, expone un devenir-ser.  Al habitar llegamos, así parece, solamente por medio del construir. Éste, el construir, tiene a aquél, el habitar, como meta. Se entendería en la medida, a mi parecer, que mientras se construye se habita, y viceversa.

En síntesis, consideramos que hacen falta varios elementos o condiciones para que devenga un analista, en primer lugar, su deseo y pulsión de aprender, el contexto en el que se forma, los otros candidatos, la institución que aloja, el análisis didáctico, los seminarios, coordinadores y el resto de analistas que acompañan el proceso de formación, las miradas, las escuchas y las palabras, en el desarrollo de un pensamiento analítico único en cada uno de nosotros, así como es de singular y artesanal nuestra práctica.


Mariela Errasti, Carina Gioacchini, Sofía Marioli, Elizabeth Hilal y Mariano Beas - Psicoanalistas en formación de APC 

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Bibliografía:    

Heidegger, Martin: Construir, habitar, pensar. En conferencias y artículos. Edit. Odós. Barcelona. traducción de Eustaquio Barjau.1994.

 Freud: Sobre la dinámica de la transferencia 1912. Amorrortu editores. Tomo XII.

 

Freud:  Prólogo a August Aichhorn.  Amorrortu editores. Tomo XIX. Pág.296.

Lacan. Seminario 8.  Editorial Paidós.

Lacan: Acta de Fundación. Otros escritos. Paidós. Buenos Aires.2001.

Docta. Revista de psicoanálisis.  N15 Lazos sociales. 2020.

Henri Ellenberger: El descubrimiento del inconsciente. Edit. Gredos. 1976. Pág. 640.

 

 

 

 



[1] - El descubrimiento del inconsciente.  Henri Ellenberger. Edit. Gredos. 1976. Pág 640.

Efracción: fractura, rotura, quiebra.

[2]- En 1925 se publica el libro de un pedagogo, August Aichhorn, que se llamó “Juventud descarriada”. Freud le escribe un hermoso prólogo, donde dice: “Tempranamente había hecho mío el chiste sobre los 3 oficios imposibles- que son: educar, curar, gobernar- aunque me empeñé sumamente en la segunda de esas tareas.” Freud. Amorrortu editores. Tomo XIX. Pág.296.