lunes, 1 de noviembre de 2021

Un psicoanalista...¿nace o se hace? por Mariela Errasti, Carina Gioacchini, Sofía Marioli, Elizabeth Hilal y Mariano Beas

Suponemos que un psicoanalista nace… ¡¡Con una neurosis!! No es suficiente, porque podría rechazarla y transformarla en parte de su carácter, sino una ¡buena! neurosis que desemboque, en el borde de su extravío a realizar una demanda, no sólo eso…sino a reconocer su implicancia en lo que le pasa…. después se hará; movido por la pulsión, alimentando por el anhelo de saber, mucho estudio y el deseo (enorme) de ser psicoanalista para sostener el análisis personal, el estudio, el compartir ¿mostrar? su práctica en las supervisiones, reconociendo que estas tareas no son becadas, sino realizadas en nuestras propias instituciones, que se sostienen con nuestros propios aportes. Tal es así que uno de nosotros expresa: “entrar a una sociedad de psicoanálisis es como contraer matrimonio…”

Por si esto fuera poco, esta particularidad, de nuestras asociaciones, que Ellenberger (1976, historiador del Psicoanálisis) dice: “La novedad más llamativa de Freud, fue la fundación de una escuela, según un patrón que no tenía paralelo en los tiempos modernos, pero que es una reviviscencia de las viejas escuelas filosóficas de la antigüedad grecorromana. Casi desde el principio Freud hizo del Psicoanálisis un movimiento, con su propia organización y casa editorial, sus reglas estrictas para los miembros y su doctrina oficial.” [1]

Para participar en aquellas antiguas academias, la pitagórica o estoica, implicaba poner la personalidad en juego con ritos de iniciación, formación, y ejercitaciones diferentes según la escuela. También esto sucede en nuestras escuelas, para desarrollar la función de psicoanalista, debemos poner en juego nuestra personalidad al modo de iniciación con el psicoanálisis didáctico.

Particulares escuelas donde uno se analiza, estudia, supervisa, crea teoría, en un movimiento intenso siempre con el juego de identificaciones y avatares transferenciales, no es menor este interjuego, ya que desde su temprana conformación terminaron en verdaderas efracciones:   Jung y Adler serán disidentes al pensamiento freudiano, se separarán   de IPA y fundarán sus propias escuelas, Klein- Anna Freud sostendrá luchas intestinas. Lacan quedará afuera por largos años, con estos datos, ¿Podemos suponer que la efracción es parte de la herencia y siempre una posibilidad?

Seguramente la respuesta podemos encontrarla en los principios de la transferencia.

TRANSFERENCIA EN LA FORMACIÓN.

Lacan toma al banquete de Platón, para teorizar sobre el significante transferencia. Podríamos definir al banquete como un dispositivo grupal, entendiendo al mismo con aquello que se disponía cuando no había un Psicoanálisis. Allí, menciona Lacan, está en juego el lazo social. Y es la transferencia un lazo de amor, ya lo decía Freud, un lazo articulador, pero también dijo que la transferencia podía ser la mayor resistencia. Es que ninguno deja pasar esa particularidad de que amor -odio no constituyen una polaridad, sino un tejido fluctuante entre ambos. Freud lo planteará como una lucha pulsional Eros- Tánatos.

 

Transferencia como lazo articulador - Vertiente amorosa -

Todos están invitados, a formar parte, cada uno lo hará desde su singularidad, y desde su transferencia al mismo. Allí está en juego la palabra y el trabajo. Tomamos la expresión de Lacan, “transferencia de trabajo”, para explicitar lo que entendemos como el trabajo entre pares. En una asociación, asociarse con-entre- otros, fomenta esa transferencia de trabajo, a la vez que la enriquece en parte por el intercambio simbólico que se realiza. Es lo que hacemos en este momento, hablar entre pares, acerca de lo que consideramos un Psicoanálisis, o por qué no, ¿Cómo llegamos a serlo?

Transferencia como lazo efraccionador  - Vertiente odio -

Hablar del amor, también es, hablar de las pasiones: rivalidades, envidias, celos, competencias. Es que, endogamia y transferencia, la identificación a cátedras y autores, son motores para la placentera tarea de estudiar, construir teoría, compartir experiencias, psicoanalizar, pero también la amenazan continuamente

Estos aspectos también operan, las pulsiones de muerte se caracterizan por interrumpir procesos, separar, anular, incluso atacar el deseo. ¿Será que estamos bordeando siempre en los oficios imposibles?[2]

 

Pandemia. De ausencias y presencias.

También en el devenir-se psicoanalista el contexto histórico incide en los procesos de producción/construcción. Surge el interrogante ¿Cómo formarse en Pandemia?

La pandemia ataca el lazo social, nos priva del encuentro, de crear junto con, del café, del estudiar con, las conversaciones de pasillos, las informaciones, nos priva de la presencia física nuestra y de los pacientes, ¿Priva de algunos actos? La pandemia pone a prueba las capacidades de resistencia: movidos por el deseo y la pulsión del conocimiento aquí estamos, y en nuestras propias asociaciones mantenemos seminarios, cursos, supervisiones grupales, con el recurso mínimo e indispensable: la escucha y el deseo de ser psicoanalistas.

 

Reformulando, ¿Cómo se hace o nace un Psicoanalista? nos conduce a replantearnos lo siguiente: 

En primer lugar, consideramos que un psicoanalista no nace, se hace… movido por el deseo de saber, empujado siempre por las pulsiones, e interpelado por una clínica singular que siempre nos desafía.

No es tarea fácil realizar la formación. Nos gusta pensarlo en una metáfora que exclama Heidegger (1951): “No habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida en que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan.”

El significante Habitar, ligado a construir, expone un devenir-ser.  Al habitar llegamos, así parece, solamente por medio del construir. Éste, el construir, tiene a aquél, el habitar, como meta. Se entendería en la medida, a mi parecer, que mientras se construye se habita, y viceversa.

En síntesis, consideramos que hacen falta varios elementos o condiciones para que devenga un analista, en primer lugar, su deseo y pulsión de aprender, el contexto en el que se forma, los otros candidatos, la institución que aloja, el análisis didáctico, los seminarios, coordinadores y el resto de analistas que acompañan el proceso de formación, las miradas, las escuchas y las palabras, en el desarrollo de un pensamiento analítico único en cada uno de nosotros, así como es de singular y artesanal nuestra práctica.


Mariela Errasti, Carina Gioacchini, Sofía Marioli, Elizabeth Hilal y Mariano Beas - Psicoanalistas en formación de APC 

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Bibliografía:    

Heidegger, Martin: Construir, habitar, pensar. En conferencias y artículos. Edit. Odós. Barcelona. traducción de Eustaquio Barjau.1994.

 Freud: Sobre la dinámica de la transferencia 1912. Amorrortu editores. Tomo XII.

 

Freud:  Prólogo a August Aichhorn.  Amorrortu editores. Tomo XIX. Pág.296.

Lacan. Seminario 8.  Editorial Paidós.

Lacan: Acta de Fundación. Otros escritos. Paidós. Buenos Aires.2001.

Docta. Revista de psicoanálisis.  N15 Lazos sociales. 2020.

Henri Ellenberger: El descubrimiento del inconsciente. Edit. Gredos. 1976. Pág. 640.

 

 

 

 



[1] - El descubrimiento del inconsciente.  Henri Ellenberger. Edit. Gredos. 1976. Pág 640.

Efracción: fractura, rotura, quiebra.

[2]- En 1925 se publica el libro de un pedagogo, August Aichhorn, que se llamó “Juventud descarriada”. Freud le escribe un hermoso prólogo, donde dice: “Tempranamente había hecho mío el chiste sobre los 3 oficios imposibles- que son: educar, curar, gobernar- aunque me empeñé sumamente en la segunda de esas tareas.” Freud. Amorrortu editores. Tomo XIX. Pág.296.

  

2 comentarios:

  1. Bellas palabras, me alientan a seguir estudiando. Saludos!

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  2. Gracias...mantengo mi deseo de aprender y seguir pensando en nuevos síntomas o modas ...leo mucho y trato de participar de seminarios...etc. gracias por este texto.

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