Suponemos que un psicoanalista nace… ¡¡Con una neurosis!! No es
suficiente, porque podría rechazarla y transformarla en parte de su carácter,
sino una ¡buena! neurosis que desemboque, en el borde de su extravío a realizar
una demanda, no sólo eso…sino a reconocer su implicancia en lo que le pasa….
después se hará; movido por la
pulsión, alimentando por el anhelo de saber, mucho estudio y el deseo (enorme)
de ser psicoanalista para sostener el análisis personal, el estudio, el
compartir ¿mostrar? su práctica en las supervisiones, reconociendo que estas
tareas no son becadas, sino realizadas en nuestras propias instituciones, que
se sostienen con nuestros propios aportes. Tal es así que uno de nosotros
expresa: “entrar a una sociedad de psicoanálisis es como contraer matrimonio…”
Por si esto fuera poco, esta
particularidad, de nuestras asociaciones, que Ellenberger (1976, historiador
del Psicoanálisis) dice: “La novedad más llamativa de Freud, fue la
fundación de una escuela, según un patrón que no tenía paralelo en los tiempos
modernos, pero que es una reviviscencia de las viejas escuelas filosóficas
de la antigüedad grecorromana. Casi desde el principio Freud hizo del
Psicoanálisis un movimiento, con su propia organización y casa editorial, sus
reglas estrictas para los miembros y su doctrina oficial.” [1]
Para
participar en aquellas antiguas academias, la pitagórica o estoica, implicaba
poner la personalidad en juego con ritos de iniciación, formación, y
ejercitaciones diferentes según la escuela. También esto sucede en nuestras
escuelas, para desarrollar la función de psicoanalista, debemos poner en juego
nuestra personalidad al modo de iniciación con el psicoanálisis didáctico.
Particulares
escuelas donde uno se analiza, estudia, supervisa, crea teoría, en un
movimiento intenso siempre con el juego de identificaciones y avatares
transferenciales, no es menor este interjuego, ya que desde su temprana
conformación terminaron en verdaderas efracciones: Jung y Adler serán disidentes al pensamiento
freudiano, se separarán de IPA y
fundarán sus propias escuelas, Klein- Anna Freud sostendrá luchas intestinas.
Lacan quedará afuera por largos años, con estos datos, ¿Podemos suponer que la
efracción es parte de la herencia y siempre una posibilidad?
Seguramente
la respuesta podemos encontrarla en los principios de la transferencia.
TRANSFERENCIA EN LA FORMACIÓN.
Lacan toma al banquete de Platón,
para teorizar sobre el significante transferencia. Podríamos definir al
banquete como un dispositivo grupal, entendiendo al mismo con aquello que se
disponía cuando no había un Psicoanálisis. Allí, menciona Lacan, está en juego
el lazo social. Y es la
transferencia un lazo de amor, ya lo decía Freud, un lazo articulador, pero
también dijo que la transferencia podía ser la mayor resistencia. Es que
ninguno deja pasar esa particularidad de que amor -odio no constituyen una
polaridad, sino un tejido fluctuante entre ambos. Freud lo planteará como una
lucha pulsional Eros- Tánatos.
Transferencia como lazo articulador
- Vertiente amorosa -
Todos están invitados, a formar parte,
cada uno lo hará desde su singularidad, y desde su transferencia al mismo. Allí
está en juego la palabra y el trabajo. Tomamos la expresión de Lacan, “transferencia de trabajo”, para
explicitar lo que entendemos como el trabajo entre pares. En una asociación,
asociarse con-entre- otros, fomenta esa transferencia de trabajo, a la vez que
la enriquece en parte por
el intercambio simbólico que se realiza. Es lo que hacemos en este momento, hablar entre pares,
acerca de lo que consideramos un Psicoanálisis, o por qué no, ¿Cómo llegamos a
serlo?
Transferencia como lazo efraccionador - Vertiente odio -
Hablar
del amor, también es, hablar de las pasiones: rivalidades, envidias, celos,
competencias. Es que, endogamia y transferencia, la identificación
a cátedras y autores, son motores para la placentera tarea de estudiar,
construir teoría, compartir experiencias, psicoanalizar, pero también la
amenazan continuamente
Estos
aspectos también operan, las pulsiones de muerte se caracterizan por
interrumpir procesos, separar, anular, incluso atacar el deseo. ¿Será que
estamos bordeando siempre en los oficios imposibles?[2]
Pandemia.
De ausencias y presencias.
También
en el devenir-se psicoanalista el contexto histórico incide en los procesos de
producción/construcción. Surge el interrogante ¿Cómo formarse en Pandemia?
La
pandemia ataca el lazo social, nos priva del encuentro, de crear junto con, del
café, del estudiar con, las conversaciones de pasillos, las informaciones, nos
priva de la presencia física nuestra y de los pacientes, ¿Priva de algunos
actos? La pandemia pone a prueba las capacidades de resistencia: movidos por el
deseo y la pulsión del conocimiento aquí estamos, y en nuestras propias
asociaciones mantenemos seminarios, cursos, supervisiones grupales, con el
recurso mínimo e indispensable: la escucha y el deseo de ser psicoanalistas.
Reformulando,
¿Cómo se hace o nace un Psicoanalista? nos conduce a replantearnos lo
siguiente:
En primer lugar, consideramos que un
psicoanalista no nace, se hace… movido por el deseo de saber, empujado siempre
por las pulsiones, e interpelado por una clínica singular que siempre nos
desafía.
No es tarea fácil realizar la
formación. Nos gusta pensarlo en una metáfora que exclama Heidegger (1951): “No
habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en
la medida en que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan.”
El
significante Habitar, ligado a construir, expone un devenir-ser. Al habitar llegamos, así parece, solamente
por medio del construir. Éste, el construir, tiene a aquél, el habitar, como
meta. Se entendería en la medida, a mi parecer, que mientras se construye se
habita, y viceversa.
En síntesis, consideramos que hacen falta varios elementos o condiciones para que devenga un analista, en primer lugar, su deseo y pulsión de aprender, el contexto en el que se forma, los otros candidatos, la institución que aloja, el análisis didáctico, los seminarios, coordinadores y el resto de analistas que acompañan el proceso de formación, las miradas, las escuchas y las palabras, en el desarrollo de un pensamiento analítico único en cada uno de nosotros, así como es de singular y artesanal nuestra práctica.
Mariela Errasti, Carina Gioacchini, Sofía Marioli, Elizabeth Hilal y Mariano Beas - Psicoanalistas en formación de APC
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Heidegger, Martin: Construir,
habitar, pensar. En conferencias y artículos. Edit. Odós. Barcelona. traducción
de Eustaquio Barjau.1994.
Freud: Sobre la
dinámica de la transferencia 1912. Amorrortu editores. Tomo XII.
Freud: Prólogo a August Aichhorn. Amorrortu editores. Tomo XIX. Pág.296.
Lacan.
Seminario 8. Editorial Paidós.
Lacan: Acta de Fundación. Otros
escritos. Paidós. Buenos Aires.2001.
Docta. Revista de
psicoanálisis. N15 Lazos sociales. 2020.
Henri
Ellenberger:
El descubrimiento del inconsciente. Edit. Gredos. 1976. Pág. 640.
[1] - El descubrimiento del inconsciente. Henri Ellenberger. Edit. Gredos. 1976. Pág
640.
Efracción: fractura, rotura, quiebra.
[2]- En 1925 se publica el libro
de un pedagogo, August Aichhorn, que se llamó “Juventud descarriada”. Freud le
escribe un hermoso prólogo, donde dice: “Tempranamente
había hecho mío el chiste sobre los 3 oficios imposibles- que son: educar,
curar, gobernar- aunque me empeñé sumamente en la segunda de esas tareas.” Freud.
Amorrortu editores. Tomo XIX. Pág.296.
Bellas palabras, me alientan a seguir estudiando. Saludos!
ResponderEliminarGracias...mantengo mi deseo de aprender y seguir pensando en nuevos síntomas o modas ...leo mucho y trato de participar de seminarios...etc. gracias por este texto.
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